LA MUERTE DE JUANA LA LOCA

En Tordesillas es el último entorno donde transcurre sus últimos días de vida. Unos años ensombrecidos por su enfermedad mental pero a ello se le unió una caída que la deja paraliza de cintura para abajo. Con el paso del tiempo empezaron a salirle llagas de muy difícil curación, apareció la gangrena, con lo cual los dolores se multiplicaban.
Se acercaba el final y el padre San Francisco de Borja consiguió liberarla al menos de  las visiones que tanto la mortificaban. Se pensó que la reina había recobrado la razón.
Las últimas palabras de la reina fueron: “Jesucristo crucificado sea conmigo”. Juana murió el viernes santo de 1555. Al final, la triste cautiva de Tordesillas había escapado a su cautiverio. Al fin Juana la loca era libre.

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